Las limosnas que, gracias a Dios y su bondad, han sido enviadas a esta provincia han dado vida a millones de personas, reducidas por las calamidades de la guerra a la mayor pobreza. Por eso me siento obligado a testimoniarle el humilde agradecimiento que todos estos pueblos sientes por sus bondades… Esto me obliga, por el cargo que ocupo y por el conocimiento que tengo de ello, a suplicarle muy humildemente que siga siendo el padre de este país, para conservar la vida a tantos y tantos pobres muribundos y enfermos, a los que sus sacerdotes atienden con tanta justicia y esmero.
(S.V.P., V, 354-355)

I.S.B.N.: 978-84-85076-49-9
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