La oración ante el Santísimo Sacramento brota y se orienta hacia la celebración de la Eucaristía, debiendo conducirnos a una asimilación cada vez más intensa de nuestra participación en la Pascua de Cristo. Es en esta referencia al misterio celebrado donde reposan la razón de ser y el valor de la adoración eucarística. Por eso, en una Hora Santa, se hace necesario asegurar momentos de meditación silenciosa, de escucha, y de compartir la Palabra de Dios, de comunión orante con las necesidades de la Iglesia y de la humanidad. En cuanto a la Familia Vicenciana, nada mejor que contemplar el misterio eucarístico con la mirada de Vicente de Paúl, sumergiéndose en su experiencia espiritual y ejercitando la solidaridad hacia los pobres, a fin de que nos dejemos envolver e impulsar por la fuerza caritativa y por el vigor misionero que brota de la Eucaristía como de un manantial cristalino y abundante.